Como las personas, los edificios, con el paso del tiempo, hacen notar sus achaques y males propios de la edad. Es el caso de la Catedral de Málaga, que está necesitada de una intervención definitiva para poner freno a los problemas de goteras que padece, y a los desprendimientos registrados en algunas de sus fachadas, el más reciente el pasado 10 de junio. Con este fin, de manera pactada con el Obispado, la Gerencia Municipal de Urbanismo ha pedido que se haga un chequeo del estado de los muros del primer templo de la diócesis que arrojará un diagnóstico sobre su estado de conservación y derivará en medidas para procurar que sea el adecuado.

No obstante, según ha podido conocer este periódico, la actuación de Urbanismo en este sentido no se ciñe únicamente a la basílica de la Encarnación, sino también al adyacente templo del Sagrario, construido en el siglo XVIII y que ha tenido que ser reparado en varias ocasiones a lo largo de los últimos 80 años debido fundamentalmente a las grietas que presenta su bóveda y su fachada norte.

Se trata de unas ya históricas fisuras que preocupan a los arquitectos de la diócesis y que los pusieron especialmente en alerta cuando, a raíz de los movimientos sísmicos que Málaga registró a principios del año pasado, se hicieron más visibles. Así, en marzo del año pasado, el Obispado pidió al Ayuntamiento permiso para evaluar el estado de estas grietas, lo que fue autorizado por Urbanismo de forma inmediata. El 1 de abril de 2016, bajo la dirección del arquitecto Gabriel Ruiz Cabrero, la diócesis reparó una teja del alero de la iglesia del Sagrario que había llegado a partir la grieta, retiró trozos de ladrillo y mortero para que no cayeran sobre la vía pública y colocó unos fisurómetros para medir el movimiento las rajas existentes en el exterior y el interior del templo. En agosto del año pasado, se revisaron estos testigos y se detectó que uno de los instalados en el interior tenía registrado un movimiento de 1 milímetro. En cambio, en los del exterior, el desplazamiento era casi inexistente.

No obstante, a juicio del arquitecto responsable actualmente de la Catedral, Juan Manuel Sánchez La Chica, aquellos fisurómetros no fueron colocados por una empresa especialista ni han tenido un control exhaustivo, por lo que proporcionan una información «escasa e incompleta». Así lo apunta en un informe que firma junto a Adolfo de la Torre Prieto y que fue presentado a la Gerencia de Urbanismo el pasado 8 de junio. A raíz de este análisis, su departamento de Conservación ha ordenado, tal y como han propuesto estos arquitectos, la colocación de nuevos fisurómetros y un seguimiento continuo de sus mediciones –con lecturas mensuales– por parte de una empresa especializada durante un plazo de 12 meses. De esta forma, podría obtenerse un informe concluyente sobre los movimientos de estas fisuras, sus causas y una propuesta para repararlas y ponerles freno.

Los técnicos de la diócesis han atribuido estas grietas de la iglesia del Sagrario a movimientos sísmicos y problemas geotécnicos del suelosobre el que se asienta el edificio. Del año 1943 data el primer proyecto de reparación del templo, a cargo del arquitecto Enrique Atencia. Según expresa Javier Ordónez Vergara en su estudio ‘Las restauraciones de la Catedral de Málaga en la época de la autarquía’, la «creciente magnitud de los daños» agilizó la declaración de la iglesia delSagrario como monumento en 1951 con el fin de obtener ayudas públicas para poder ponerles freno. A partir de ese año, se llevaron a cabo varias actuaciones para corregir esta situación porque llega un punto en el que las fisuras dejan pasar la luz.

Aguas subterráneas

En 1954, la iglesia se cerró y, bajo la supervisión del arquitecto Enrique Atencia, se realizaron una serie de sondeos hasta los 20 metros de profundidad que apuntaron a la existencia de aguas subterráneas como causante del problema. Asimismo, se detectó que el edificio está realizado sobre tierra de relleno que supone un perjuicio para sus cimientos.

Comenzaron entonces una serie de obras para reforzar la estructura subterránea del templo y procurar el desvío y contención de las aguas subterráneas que lo atraviesan que frenaron el daño momentáneamente pero no lo atajaron del todo. Así, pese a la rehabilitación de la iglesia realizada en los años 90 por la Junta de Andalucía en el marco delPlan de Catedrales, el Obispado se vio obligado a cerrarla de nuevo durante un mes en 2001 para repararla por los desprendimientos de cascotes de yeso registrados en la bóveda.

¿Logrará el Obispado acabar definitivamente con este histórico mal endémico de la iglesia delSagrario? Los resultados del estudio de las grietas que realizará durante los próximos 12 meses contribuirán a que lo pueda conseguir.